miércoles, 30 de mayo de 2012

Artículo de un profesor

El interesante artículo de Benedicto González Vargas 


Vamos por parte:
1. En efecto, el uso legítimo de la autoridad está inhibido en muchos colegios y ello es porque se han ido sistemáticamente dando señales de que la autoridad escolar debe consensuar con los alumnos algunas normas básicas, lo que de por sí no está mal, pero cuando estos últimos solo buscan hacer valer sus derechos, olvidando sus deberes y la autoridad no se atreve a hacer uso de sus atribuciones, por ser políticamente incorrecto, estamos en un lío del que cuesta salir.
2. Los referentes del Colegio de Profesores, lamentablemente personas que no buscan levantar el nivel profesional de la profesión docente. Hoy los profesores colegiados son cada vez menos y, de entre ellos, quienes están de acuerdo con los dirigentes son muy pocos. Todos hemos visto como se comportan más como sindicato que como colegio profesional y como defienden privilegios que claramente le hacen daño a la educación, como el Estatuto Docente, clave de varios de los problemas de calidad que nos afectan. La negativa a evaluarse es, simplemente, una sinvergüenzura sin nombre.
3. Plenamente de acuerdo con este punto, así lo demustran, además, los sistemas educativos eficientes a nivel mundial, como Finlandia, Corea o Japón, por ejemplo. Quienes consideramos importantes las enseñanzas espirituales de desarrollo personal, la disciplina, severa y permanente, es la única vía para perfeccionarse.
4. No puede haber ninguna estructura funcional sin autoridad ni disciplina. Al respecto, en todo caso, creo firmemente que la autoridad de un docente emana de su calidad profesional y de su trabajo en aula, pero la disciplina, el esfuerzo constante, la templanza del espíritu, en definitiva, son la única receta para el éxito en cuanlquier disciplina.
5. Todos los colegios tienen un Reglamento de Convivencia Escolar (de hecho, ya no se les puede llamar reglamento de disciplina, como antaño, porque hasta la palabra “disciplina” resulta incómoda), pero doy testimonio que los padres, al inscribir un alumno, no lo leen y, por cierto, los alumnos pueden pasar años sin conocerlo a cabalidad, aunque esté íntegro en la libreta de comunicaciones.
6. En efecto, ambas visiones nocivas son parte de la incomprensión de la compleja realidad del mundo moderno. El docente debe adquirir su autoridad antes sus alumnos en la medida en es capaz de demostrar que tiene herramientas para dirigir una clase, ahora que el conocimiento está por todas partes. Aquellos docentes que no planifican, que no incentivan y que siguen usando metodologías arcaicas, por cierto, carecen de autoridad y la carencia de ella es fatal en el proceso de enseñanza aprendizaje.
7. No pueden los docentes renunciar a la autoridad que deben tener para encauzar a sus alumnos, pero no pueden tampoco pretender que sin un esfuerzo propio por mejorar sus prácticas docentes y estar a la altura de una educación moderna, sus alumnos les concederán con benevolencia 90 minutos de silencio y atención. El docente debe ser un líder en su clase y en ello va, por cierto, también involucrada la calidad de la educación que entrega.

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